Sin menoscabo de la importancia de una política eficaz de prevención, sería utópico pensar que pueden eliminarse los accidentes; por lo que es preciso garantizar el tratamiento adecuado de sus víctimas. Las experiencias acumuladas en diferentes países desarrollados demuestran que la atención adecuada y continuada del paciente politraumatizado en cada unió de los eslabones de la cadena de supervivencia disminuye significativamente la mortalidad, reduciendo las minusvalías y acortando las estancias hospitalarias.
Es evidente que no es posible el funcionamiento de la cadena de supervivencia sin formación adecuada de todos sus agentes y muy especialmente del personal de Enfermería. Esta formación precisa de la adquisición de unos sólidos conocimientos teóricos junto con un entrenamiento práctico y unos hábitos que garanticen su correcta aplicación.
Este entrenamiento es prácticamente imposible de conseguir con el ejercicio profesional, ya que el propio dramatismo de los accidentes graves y la necesidad de una actuación rápida y eficaz impiden que la realidad sirve como base para la enseñanza. Por ello, los conocimientos y la práctica necesaria sólo se pueden adquirir mediante cursos teóricos-prácticos en los que esté comprendido el método y el material docente apropiado y donde la simulación sea un elemento docente destacado.